Mario Briceño Iragorry: Símbolo de la dignidad y corazón de la trujillanidad
Elvins Humberto González
“El corazón de Mario Briceño Iragorry, es bueno como símbolo de una necesaria conciencia inquebrantable. Como referencia de un amor insobornable por lo mejor venezolano, no puede ser negado. Pero al margen de lo simbólico, en el plano de la realidad, lo que de Mario Briceño Iragorry vale es su pensamiento”.
Son fragmentos del valioso
discurso del doctor Raúl Díaz Castañeda, pronunciado ante el corazón de don
Mario Briceño Iragorry, en acto solemne efectuado el año de 1991 en el Centro
de Historia de Trujillo, con la asistencia de las autoridades trujillanas.
El traslado desde Caracas
a Trujillo, del corazón del brillante escritor y pensador Mario Briceño
Iragorry, constituyó toda una manifestación de regocijo histórico regional, que
por su importancia y transcendencia, hemos querido revivir.
Desde el arribo al
aeropuerto de Carvajal del corazón del ilustre trujillano, fue un verdadero
peregrinaje.
El corazón de la trujillanidad
Las autoridades
trujillanas presididas por el doctor José Méndez Quijada, entonces gobernador
del Estado; representantes de la iglesia a cargo del Obispo Diocesano Monseñor
Vicente Ramón Hernández Peña; la Comisión Organizadora del traslado;
funcionarios de los poderes públicos legislativos, judiciales, fuerzas vivas y
colectividad en general, recibieron con gratitud, el corazón del hijo de esta
tierra doctor Mario Briceño Iragorry, a su llegada al aeropuerto “Antonio
Nicolás Briceño”, de Carvajal.
Allí, luego de rendirle
los honores correspondientes por las autoridades públicas, organizaciones
privadas, sistema escolar, universidades, organismos culturales y público en
general, el corazón del coterráneo fue trasladado al Centro de Historia de
Trujillo, siendo más tarde llevado hasta la biblioteca pública que lleva su
nombre y posteriormente a la iglesia Catedral, donde permanece desde entonces.
Se encontraban presentes
además de la esposa de Don Mario, Josefina Picón de Briceño, su hija, Beatriz
Briceño Picón, el gobernador del estado, José Méndez Quijada; el ministro de la
Cultura, José Antonio Abreu, quien asistió en representación del entonces
presidente Carlos Andrés Pérez; el secretario General de Gobierno, Arturo
Perdomo, los alcaldes de la región encabezados por Jorge López, y Hernán
Castellanos, diputados regionales y nacionales, Miguel Ángel Burelli Rivas: el
senador Pedro Pablo Aguilar, diputado Teodoro Petkoff, Ramón Pachano,
vicerrector del Nurr; representantes de los sectores civiles, eclesiásticos y
militares, del centro de historia y los organizadores del evento encabezados
por el profesor Alí Medina Machado.
La dignidad venezolana
En esa ocasión, la obra del pensador trujillano Mario Briceño Iragorry, fue altamente resaltada por un fino lenguaje, como el del doctor Raúl Díaz Castañeda, quien ofreció una exquisita pieza oratoria en el Centro de Historia de Trujillo.El trascendental contenido del discurso del médico, poeta y escritor Díaz Castañeda, logró gran impacto y generando comentarios muy positivos de personalidades por el fino verbo y el lenguaje expuesto. Además, el discurso tuvo un amplio contenido histórico de la trayectoria de don Mario Briceño Iragorry-
En un parte de la
exposición literaria, el doctor Díaz Castañeda, señalaba: “Recibamos su
corazón, su pobre corazón que enfermo de mal de patria, dejó de latir en la
frustrada aurora de lo que pudo haber sido el rescate de la dignidad
venezolana, hoy perdida en el absurdo, la irresponsabilidad y la corrupción de
los poderes del Estado y la alienación popular. Pero que quede claro que lo que
valió de Mario Briceño Iragorry no fue su corazón, más bien de débil
contextura, sino un cerebro prodigioso, que pudo conciliar muy altamente su
inteligencia y su fe, como lo propuso un contemporáneo suyo: Teilhard de
Chardin.
El corazón de Mario Briceño Iragorry hoy aquí, puede ser parte de la liturgia de lo histórico que él tanto criticó”.
Es que hablar de MBI es
referirse a gran parte de la historia del país, sobre todo por su participación
en diversos escenarios de la vida pública. Los libros de Mario Briceño Iragorry
siguen contándonos hoy lo grande que fue no sólo como escritor, sino también
como periodista, abogado, diplomático e historiador.
De viaje por las diversas ciudades del país, e incluso cerca de donde vivimos, es común encontrar plazas, escuelas y calles con nombres de personas. A manera de vincular el pasado con el presente de la nación, esta ha sido la modalidad que han escogido los historiadores, cronistas y funcionarios políticos para inmortalizar a los ciudadanos y próceres que han dejado huella.
Beatriz Briceño Picón, agradecía el gesto |
Literato, político,
periodista, ensayista, cuentista, diplomático e historiador, fueron las tareas
que inmortalizaron a este trujillano, hijo de Jesús Briceño Valero y de María
Iragorry. Sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el 6 de marzo de 1991.
Dr. Díaz Castañeda, disertó magistralmente sobre MBI |
“Valera tiene enlutado el corazón”
La noticia sobre el
fallecimiento del ilustre trujillano, fue desplegada por el Semanario El Tiempo
en su primera página del 7 de junio de 1958,
con una nota, autoría del Padre Juan de Dios Andrade, quien dejó
plasmado el sentimiento y pesar que la ciudad de Valer reflejaba por la perdida
de tal emitente trujillano.
Ha desaparecido la envoltura humana del Dr. Mario Briceño Iragorry. Quedan, sin embargo, trabajando por la suerte de los venezolanos, su obra magnífica y su ejemplo incomparable” (J. de D.A, El Tiempo, pág. 1, 1958).“La ciudad de Valera tiene enlutado el corazón. Fue aquí, en el Colegio Santo Tomás de Aquino, donde a la sombra del inolvidable Monseñor Mejia, inició su formación intelectual. Los ecos de su voz sonora y robusta aún no se han apagado. Seguirán resonando en el alma de esta ciudad como un apasionado Mensaje… con Destino.
De Trujillo para el mundo
Pintura
de don Mario, autoría de Adhemar González, develada en 1987 con motivo de los actos del bicentenario de su natalicio. Se encuentra en la Alcaldía de Valera. Cortesía, Marlene Briceño. |
En 1918 viajó para seguir
estudios de derecho en la Universidad de Los Andes. Allí conoció a Josefina
Picón Gabaldón con quien contrajo matrimonio en 1923. Fue director de Política
y encargado de la Secretaría del estado Mérida. Luego se graduó de abogado y
regresó a Caracas, para ocupar la Dirección de Política internacional del Ministerio
de Relaciones Exteriores.
Después del año 1920, su
historia comienza a escribirse fuera del país, con su viaje a Nueva Orleáns,
para ejercer el cargo de cónsul de Venezuela (1923-1925). Más tarde, su carrera
política corre de la mano de la escritura y es designado ministro plenipotenciario
en Centroamérica, con sede en Costa Rica.
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